Blogia
MIAULA

Amar para sufrir.

El amor, es sin duda alguna, una condición natural de los seres humanos, surgimos gracias al amor de Dios; Jesús derramó su sangre en la cruz por su amor infinito al prójimo, brotamos del vientre sublime y maravilloso de nuestras madres, gracias al amor y como dice un clásico vallenato de Marcos Díaz, “Por amor todo lo hago”. El amor ha sido y será, esencia y razón de todos aquellos que tienen conciencia y en su pecho vibra y late, un corazón.

 

Ahora bien, el amor fluye en la cotidianidad del hombre, nadie escapa a su encuentro y nos va marcando a través del tiempo, el que no se ha tropezado con el amor que lance la primera piedra, esta sentencia dejaría sin levantar la mano a nadie porque el amor anida en la condición humana hasta de aquel individuo que se niega a si mismo, porque desde el momento en que abrimos los ojos y lanzamos el primer llanto, conocemos el amor.

 

Por otro lado, existen varias clases de amor, escuchamos con frecuencia del amor hacia la vida, el amor a la madre, al trabajo, entre otros, pero en este texto nos queremos referir a ese amor que despierta pasiones, el que une a las parejas y los convierte en una sola carne, ese que ha sido tema de toda faceta artística, lo encontramos en pinturas, canciones y poemas como los de Pablo Neruda y en particular su poema veinte, Puedo escribir los versos mas tristes esta noche.

Esta maravillosa pieza lirica plantea, lo efímera que puede ser la felicidad derivada de el amor entre pareja, quien ama corre el riesgo de sufrir, de conocer el dolor, de morir porque el amor es tristeza y desengaño antes que felicidad, para amar hay que sufrir y perder, todo el que ama se lastima, ríe poco pero llora mucho, goza un instante pero padece por siempre “Es tan corto el amor, y tan largo el olvido”, en palabras que gimen por la tristeza de nuestro autor.

 

El amor empieza dulce, envuelto entre suaves satines y sedas; lo tocas y te eleva al cielo, sin darnos cuenta se apodera de lo que somos y nos convierte en desconocidos; como dice Neruda: “Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos” porque el amor es frágil, sutil y muy delicado por eso solo un complicado equilibrio entre los que lo sostienen, pueden mantenerlo firme, por ello el amor se rompe y se quiebra como cascara de huevo sin resistencia alguno, lo que era suave se convierte en espinas, en el filo de una cortante espada que corta la tranquilidad del alma.

 

Para vivir hay que amar y para morir haber amado, bien lo dice nuestro poeta: “Ella me quiso, y a veces yo también la quería”, llego el dolor, de la risa al llanto, de la vida a la muerte, porque nadie puede ser de otro, es imposible pertenecernos, “Que importa que mi amor no pudiera guardarla, la noche esta estrellada y ella no esta conmigo”. La pareja amada se encuentra en el pensamiento, el recuerdo la evoca y llega el sufrimiento. “En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La bese tantas veces bajo el cielo infinito”. Sin duda alguna el amor no se va, se transforma en dolor, en una pena eterna, en un calvario que carcome a fuego lento.

En resumidas cuentas, para ser felices hay que amar pero su consecuencia es el dolor, la grata compañía se convierte en soledad, la amiga del silencio, como lo define Neruda “Como para acercarla mi mirada la busca, mi corazón, la busca, y ella no esta conmigo”. Ya no existe la felicidad y reconoce con marga pena que su amor se ha ido, “Aunque este sea el último dolor que ella me causa, y estos sean los últimos versos que yo le escribo”.  

0 comentarios